Como en otras épocas lo fueron el oro, el hierro, el petróleo o el trigo, hoy en día el tesoro más preciado por las sociedades modernas, es la materia gris. De ella surge la capacidad de pensar en forma creativa, abrir nuevos caminos, descubrir atajos, inventar nuevos mundos y por eso, su desarrollo es altamente valorado en los países que están a la vanguardia del mundo actual.
En EEUU, Japón, Rusia, Israel, Francia, Inglaterra, Alemania, la prioridad nacional es la detección de posibles talentos y genios, para formarlos desde pequeños en la vía de la creatividad, ya que las grandes ideas pueden transformar la realidad tal cual la conocemos.
En Israel, se considera que preparar genios es una cuestión de supervivencia nacional y un ejemplo es la escuela Olek de Jerusalén, cuyo nombre significa horizonte en hebreo. Allí se recibe a los jóvenes más brillantes, un día a la semana, mientras el resto del tiempo concurren a una escuela común. Pero ese día es muy valioso, pues cada alumno trabaja sobre un tema que él ha elegido y lo desarrolla de una manera superintensiva.
Pero la realidad nos muestra, que a pesar de que los genios de la historia fueron los grandes modeladores del mundo actual, el resultado no ha sido todo lo bueno que podría esperarse. Si bien la tecnología y el arte han crecido de manera formidable, la convivencia humana, en todos sus niveles, (individual, familiar, grupal y mundial), está muy cerca del fracaso, lo que se manifiesta en las noticias que a diario nos bombardean, a través de todos los medios de comunicación.
La unidad que forman el cerebro y la mente, se caracteriza por tener, tanto habilidades cognitivas como emocionales, pero hasta ahora sólo hemos priorizado las primeras, debido a la importancia que hemos asignado al avance de la humanidad, impulsada por esas capacidades.
Pero si hacemos una observación histórica comprobaremos que dicho avance siempre ha sido sostenido por una ínfima cantidad de genios cognitivos, apoyados, por supuesto, por una cantidad mucho mayor de talentos, pero que en su conjunto, representan un porcentaje muy pequeño de los 60.000 millones de seres humanos que, se estima, poblaron la tierra desde el primer hombre de cromagnon, hasta nuestros días.
Entonces, si el problema humano es de convivencia, y ésta depende, en extremo, de nuestra capacidad de controlar los instintos emocionales evolutivos, parecería que hoy es muy importante impulsar la creación de genios emocionales.
Los genios emocionales, con seguridad, sentarán las bases para ir logrando éxitos tanto a nivel cognitivo, como emocional, aceptando la diversidad de creencias e ideas, en pos de la creación de un nuevo mundo, más hospitalario que el actual, que garantice la supervivencia de la humanidad en el largo plazo.
Ahora más que nunca, nuestra supervivencia depende principalmente del control de la emoción y no solo de la expansión de la cognición, por lo que debemos enfocar nuestra atención en conseguir reemplazar el viejo paradigma por este nuevo, que está mucho más en consonancia con las necesidades del mundo presente.
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